En general, la mayoría de los fabricantes incorporan propulsores de inducción o de imanes permanentes. Estos reducen los elementos a un eje, rotor, sistema de bobinado, así como escobillas, cojinetes y estatores, y los controlan con una unidad de control. De todos estos, solo el rotor es móvil y, por lo tanto, sujeto a desgaste.
En cuanto a los motores de combustión interna, tienen un gran conjunto de piezas móviles que pueden desgastarse durante el uso y necesitan ser reemplazadas, como el sistema de correas (correas de distribución, transmisión o arrastre) o las bujías (en este caso para los gasolina). En los coches eléctricos no habría que hacer cambios en estos componentes.
Respecto a la transmisión, los coche eléctricos no tienen embrague y suelen contar con una sola marcha – con alguna excepción de dos marchas – lo cual se traduce en una caja de cambios con pocas piezas mecánicas. Como es lógico pensar, todo esto requiere menos mantenimiento que en un vehículo de combustión con marchas.